Associated Press
2015-02-28
Northport, Alabama—Los vehículos de Deontay Wilder son una Hummer y diversos autos deportivos, dejando atrás los días en que manejaba un camión repartidor de cerveza. Vio el Super Bowl desde las gradas y no en un sillón. También se dio una vuelta al Juego de las Estrellas de la NBA.
Su recorrido de una década desde que abandonara la universidad, fuera repartidor, y ahora convertido en celebridad del box, se afianzó con su victoria por decisión unánime sobre Bermane Stiverne el 17 de enero. Se convirtió en el primer estadounidense en adjudicarse el título de los completos desde Shannon Briggs en 2006. Ahora tiene marca de 33-0 tras ganar sus 32 peleas previas por nocaut dentro de los primeros cuatro asaltos. Y se encuentra lejos de terminar su legado.
La siguiente meta del nativo de Tuscaloosa, Alabama, es intentar noquear a Vladimir Klitschko, convertirse en el mayor peso completo del mundo y restaurar la preeminencia de la división a sus días de gloria cuando dominaban los estadounidenses, más recientemente con Mike Tyson y Evander Holyfield en la cima.
“No pienso retirarme dentro de pronto”, señaló en una entrevista reciente. “No voy a desperdiciar el tiempo, ni hasta que me retire. Esa pelea con Klistschko tiene que ocurrir, y la espero. Es algo que me emociona y estaré confiado cuando pase”.
Wilder se recupera de una fractura en su mano, un daño colateral de la pelea con Stiverne, así que su próximo oponente y calendario es incierto. Cree que se fracturó durante el cuarto o quinto asalto, no obstante pudo terminar una pelea de 12 asaltos.
El viaje hacia lo alto del deporte se dio en pasos para Wilder.
Se dio de baja de la institución Sheldon State con el nacimiento de su hija Naieya, que nació con espina bífida. Daba vueltas al gimnasio próximo a su hogar y pasó a ganar la justa National Golden Gloves y una medalla de bronce en las Olimpiadas de 2008 en menos de tres años tras iniciarse en el deporte.
Aunque para cubrir los recibos mensuales y apoyar a su familia, fue repartidor de cerveza antes de finalmente renunciar a ese empleo hace unos años. Una media docena de sus ex compañeros de trabajo y patrones estuvieron en la pelea contra Stiverne en Las Vegas, incluyendo a Spencer Burchfield, presidente y copropietario de Greene Beverage Co.
Burchfield recordó la fortaleza física de Wilder –podía cargar un barril en cada mano– y los elogios de los clientes por sus modales y comportamiento mucho antes de que una derecha brutal se convirtiera en el sello característico de Wilder.
“Podías darte cuenta de su ética de trabajo y su capacidad de llevarse bien con todos”, señaló Burchfield. “Le caía bien a todos”.
Wilder aún entrena en Skyy Boxing, un modesto gimnasio en los suburbios de Tuscaloosa donde fueron sus orígenes.
Casi la única decoración en el gimnasio consiste en fotografías de boxeadores extraídas de revistas que se encuentran en las paredes. Desde el exterior parece más una bodega que un lugar de entrenamiento para un pugilista de 29 años que aspira al estrellato del boxeo. En el interior se encuentra un ring, un par de máquinas para levantar pesas y costales ubicados en una esquina al fondo.
Una mujer y un adolescente entrenan al fondo en una tarde reciente y una mujer de mediana edad apareció para pedir un autógrafo de Wilder y platicar con él. Es un lugar accesible.
Wilder, que participó activamente para instaurar una comisión estatal de boxeo en Alabama, planea no alejarse. Otros nativos del estado como Joe Louis de Lafayette y Holyfield de Atmore, se mudaron del estado.