Internacional

Juan Pablo II, canonización polémica

Jorge Gutiérrez
El Universal/Corresponsal

2014-04-22

Ciudad del Vaticano— Luego de aquel “santo súbito” con el que la multitud recibió y despidió su féretro el día de su funeral en la Plaza de San Pedro, la canonización de Juan Pablo II fue considerada –dentro y fuera de los muros vaticanos– como un hecho casi consumado. Pero nadie anticipó que no sería Benedicto XVI el encargado de proclamarla y menos aún que el beato polaco sería santificado junto con Juan XXIII, el virtuoso Papa que ganó su lugar en la historia por haber convocado el Concilio Vaticano II.
“La canonización de Juan Pablo II tendrá lugar el 27 de abril del 2014 en coincidencia con la festividad de la Divina Misericordia que él mismo instituyó”, dijo el papa Francisco el 30 septiembre del 2013 al hacer el anuncio oficial, durante el que también hizo saber que en la misma ceremonia sería elevado al altar de los santos el “Papa bueno”, como llaman en Italia al beato Angelo Roncalli.
Visto que la beatificación de Juan Pablo II fue acelerada por voluntad expresa de Benedicto XVI, a nadie sorprendió la velocidad con la que Francisco aprobó su canonización —la más rápida después de la de Antonio de Padua, muerto en 1231 y canonizado al año siguiente—, pero sí el hecho que decidiera unirla a la  de Juan XXIII.
La doble ceremonia, que no fue vista con buenos ojos por la jerarquía eclesiástica polaca y por muchos fieles, ha sido interpretada como la manera en que Francisco quiso atenuar no sólo el excesivo fervor que infunde la figura de Juan Pablo II, sino también las críticas que comenzaban a turbar su canonización, debido a que durante su pontificado surgió el fenómeno de pederastia sacerdotal sobre el cual, según el Vaticano, Juan Pablo II nada sabía.
“Como la Iglesia ha removido esta cuestión por los problemas que comporta, la canonización de Wojtyla encuentra su fundamento en la fe popular que este Papa supo suscitar, así como en su rectitud en materia de fe, porque para la Iglesia una cosa es la espiritualidad y la capacidad de transmitir la fe y otra el juicio de la Historia, la cual deberá considerar los casos de pederastia y en particular el de los Legionarios de Cristo, por ser también parte de este pontificado”, comentó al respecto a El Universal, Francesco Peloso, vaticanista del diario italiano Secolo XIX y de las revistas Micromega y Articolo 21.
Estos escándalos, para Andrea Tornielli, vaticanista del diario La Stampa, tuvieron un peso relativo en la canonización de Juan Pablo II, ya que “de no haber sido así, Francisco no la hubiera autorizado y porque la Santa Sede ha sido clara al respecto; sostiene que este Papa nada supo de los comportamientos de (Marcial) Maciel y los Legionarios, al no haber sido informado debidamente por sus colaboradores”.
Si bien las investigaciones sobre la pederastia sacerdotal comenzaron al final del pontificado de Juan Pablo II, las denuncias salieron a la luz a principios de los años 90, pero “aquellas en contra de Maciel nunca fructificaron debido a la red de amistades que éste había construido ayudando, haciendo regalos y ofreciendo recepciones a muchos cardenales a través de obedientes sacerdotes legionarios, que eran su contacto con estos cardenales”, dijo el vaticanista de La Stampa, no sin antes aclarar que “estos actos no eran necesariamente actos de corrupción”.
La pederastia es, sin embargo, sólo uno de los motivos que los que Francisco optó por canonizar al Papa polaco junto con el beato veneciano.
El otro, quizá más significativo, fue reducir la excesiva veneración que envuelve la figura de Juan Pablo II para así reafirmar al papel de la Iglesia de Roma en estos eventos.
A decir de Peloso, santificar sólo a Juan Pablo II “significaba llevar al extremo el culto de la personalidad de este Pontífice y dejar en la sombra a la Iglesia, la fe y la sustancia de este acto religioso”. En cambio, la doble canonización reduce la dimensión personal que encarna este Papa. Francisco lo hará “pasar a la historia de la Iglesia de manera casi normal”, punto de vista que comparte Andrea Tornielli, cuando afirma que con la doble canonización se evitará que Juan Pablo II “se convierta en el gran protagonista de este evento”, lo cual, recordó, “no gustó para nada a la Iglesia polaca”.
Así, el “Papa bueno” se ha convertido, sin quererlo, en “tapadera” de cuestiones políticas. Fue beatificado por Juan Pablo II y hoy está destinado a reducir el exceso de culto a la personalidad del papa polaco, a quien el actual Pontífice debe mucho ya que lo hizo cardenal y también crecer su papel en la Iglesia.
La canonización de Juan XXIII también es polémica por la forma en que ocurre: con la decisión de Francisco de dispensarle el segundo milagro que se requiere para santificar a una persona.
El origen de la dispensa del segundo milagro concedida a Juan XXIII, que muchos vaticanistas juzgan forzada y de carácter político, es un reconocimiento que hace Francisco al Papa que ideó y convocó el histórico Concilio Vaticano II.
Importante en el marco de la canonización de Juan Pablo II es asimismo el gran apoyo que dio al sindicato polaco Solidaridad, el cual fue determinante en la caída del Muro de Berlín y la extinción del ex bloque comunista. Como afirmó en una ocasión Mijail Gorbachov, “sin Juan Pablo II no se puede entender lo sucedido en Europa a finales de los 80”.
Lo cierto es que el apoyo económico a Solidaridad suscita todavía hoy polémicas, porque parte de ese dinero provenía del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano de depósitos realizados por organizaciones criminales, como revelan diversas investigaciones de la procuraduría italiana. “Esta es otra de las contradicciones de Juan Pablo II, ya que junto a su grandeza como hombre y a su visión política, casi profética, también están los instrumentos discutibles que utilizó”, escribe al respecto Giovanni de Logo, editorialista de Il Giorno.
Los no pocos cuestionamientos de que es objeto no parecen, sin embargo, menoscabar la importancia histórica y religiosa de Juan Pablo II y menos aún su inminente canonización, a la cual asistirá quizá más de un millón de fieles, a los que se unirán millones más que seguirán el evento a través de la televisión. Lo anterior es la ulterior confirmación de que la muerte de este Papa no ha hecho disminuir en absoluto la devoción, el afecto y la popularidad de que gozaba estando en vida.

II Domingo de Pascua

(Día de la Divina Misericordia)

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de los beatos
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