Internacional

Balas perdidas causan 3 decesos y conmocionan a Río de Janeiro

Associated Press

2015-01-30

Río de Janeiro— La bala alcanzó a la niña de cuatro años cuando esperaba para cruzar la calle, de la mano de su padrastro y un primo. Al día siguiente, un niño de nueve años cayó muerto en una piscina. Poco después, era una mujer de 21 años y con dos hijos la que moría por otra bala perdida cuando estaba sentada con un niño en el regazo.
Las tres muertes se produjeron durante una serie de tiroteos ocurridos esta semana, que han sembrado el nerviosismo entre los residentes metropolitanos de Río de Janeiro, la ciudad anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos.
Además de las muertes, al menos otras 10 personas resultaron heridas por balas perdidas en los últimos días, haciendo que líderes de la comunidad se quejaran de que la campaña policial contra las pandillas está provocando intensos tiroteos que atrapan a vecinos inocentes en el fuego cruzado.
La operación que inició hace seis años la ciudad para recuperar el control de barrios pobres que durante años dominaron los traficantes de droga ha confinado a las pandillas a territorios cada vez más pequeños, provocando fuertes combates entre facciones rivales. Además, las pandillas en las favelas “pacificadas” cada vez cometen ataques más audaces contra la policía.
Paulo Storani, consultor de seguridad que pasó más de dos décadas en la policía de Río, dijo que nunca había visto tantos casos de balas perdidas en tan poco tiempo. Río sufre una crisis de autoridad, señaló.
“La audacia de las pandillas está creciendo”, dijo. “Cada vez se enfrentan más con la policía en batallas armadas, y se pelean más a menudo entre sí para ganar territorio perdido por el programa de pacificación de la policía”.
Las víctimas y sus familias, la mayoría residentes en zonas pobres, han pedido medidas contra las muertes por armas de fuego y otros homicidios, que han crecido en Río desde 2012 tras unos pocos años de descensos. En 2013, la cantidad de personas alcanzadas por balas perdidas subió a 111, según las estadísticas policiales más recientes disponibles, respecto al mínimo de 81 incidentes en 2011. Los datos empezaron a registrarse en 2008.
Parece que la muerte puede llegarle a cualquiera, en cualquier momento.
El 17 de enero, la familia Carvalho acababa de terminar una larga cena con amigos cuando Larissa, de cuatro años y deseando estirar las piernas, corrió por la vereda delante de su madre, Milene de Carvalho, recordó la mujer. Larissa llegó hasta donde estaban su padrastro y su primo en el cordón de la vereda.
“No oí ningún ruido fuerte. Sus piernecitas simplemente se derrumbaron, su cabeza cayó hacia atrás y puso los ojos en blanco. Creí que estaba enferma”, dijo la madre con voz monocorde y un fuerte temblor en las manos.
“Mi esposo la cogió deprisa en sus brazos, y empecé a preocuparme. No sabía lo que estaba pasando. Pero cuando miré, vi los brazos de mi marido cubiertos de la sangre de ella. Entonces me di cuenta de que había sido una bala perdida, y le había dado en la cabeza”.
Larissa fue trasladada sin demora a un hospital, donde murió más tarde.
Asafe de Ibrahim, de nueve años, estaba con su madre en una piscina del norte de Río el 18 de enero cuando una bala perdida le alcanzó en la cabeza y lo mató. Una semana más tarde, Adriene Nascimiento, de 21 años y madre de dos niños pequeños, murió en la barriada de Rocinha. La bala la alcanzó cuando estaba sentada y con un niño en el regazo. La policía y miembros de una pandilla cruzaban disparos cerca.

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