Opinion

Las voces del campo

Víctor M. Quintana
Catedrático e investigador

2014-07-25

El pueblo de México deberá agradecer a los campesinos. La jornada contra la reforma energética y a favor del campo que llevaron a cabo un gran número de organizaciones campesinas, indígenas y comunitarias este miércoles 23 ha sido la más importante, si no es que la única expresión masiva de rechazo a las leyes secundarias de la entreguista Reforma Energética. Ellos protestan porque aún sin darse a conocer la Reforma del Campo de EPN, ésta no podrá ni buscará hacer contrapesos a las múltiples reformas contra el campo que se vienen imponiendo desde que las cúpulas  empezaron su  ofensiva relámpago en el Poder Legislativo contra los derechos agrarios.
El recuento de agravios a las comunidades rurales tan sólo con las reformas aprobadas estos últimos días es largo y sustancioso: se mantiene la prioridad de los usos energéticos o de las servidumbres legales para conducir electricidad, gas o petróleo, sobre las tierras campesinas, indígenas o propiedades particulares. Sólo que ahora en lugar del término “expropiación”, a iniciativa del PAN se utiliza el eufemismo “ocupación temporal”, que será forzosa, si los usos y lucros energéticos así lo disponen.  Todos los grandes procesos de colonización, de devastación humana, social y ambiental se hicieron a nombre de la “ocupación temporal”: la colonización española fue ocupación temporal, como lo fue la ocupación nazi de casi toda Europa o como lo está siendo la ocupación de los israelíes a la franja de Gaza.
Ante la exigencia de las megacompañías por la ocupación temporal de las tierras, los ejidatarios, comuneros y productores privados no podrán sino negociar –dentro de límites muy difusos– el porcentaje de las ganancias en que van a participar. Quienes va a fijar dichos límites no serán ni las comunidades ni la SEDATU o la SAGARPA, sino la nueva supersecretaría: la Secretaría de Energía (Sener). Además de la participación ínfima en las ganancias, que no se sabe quién y cómo van a calcular, los propietarios de la tierra podrán ser contratados como “empleados” de las empresas gaseras, petroleras o eléctricas que se posesionen de sus tierras.
Van por todo, no sólo por  las tierras, los hidrocarburos, o los minerales También por los acuíferos, cuyas concesiones no regulará ahora la CONAGUA sino la SENER; por el agua necesaria para el fracking, que de ninguna manera fue regulado o prohibido; por los recursos geotérmicos. Se acabarán los subsidios a los energéticos para la producción agropecuaria, ya de por sí muy reducidos. Si la CFE no duda en echar mano del Ejército para cortar el servicio a los productores que le deben, la Mitsubishi o la Samsung lo harán sin ningún escrúpulo, sin considerar que la energía eléctrica como bien público para producir alimentos y materias primas. La Ley de Energía para el Campo, arrancada en 2002 por la lucha de los productores chihuahuenses, que nunca ha sido aplicada cederá su lugar a las reformas  que hacen que la energía sea la única ley para el campo.
La Nación debe darse cuenta que los legisladores entreguistas en menos de una semana le cambiaron las prioridades a este país. Desde ahora el propósito básico de México será el de producir energía para las máquinas a precios de lucro para beneficiar a unos cuantos y no el de construir condiciones de vida digna para todos sus habitantes; de hacer efectivos todos sus derechos. 
Con la votación de las leyes secundarias en materia energética y las reformas a la Ley de Aguas Nacionales, acaban de desmantelar el papel del campo en nuestro proyecto de Nación. Ya no será éste generar alimentos, energía para los seres humanos, suficientes y de buena calidad a la vez que ingresos dignos para los productores, sino destinar los recursos del subsuelo y del suelo para la gran carrera por el control de los energéticos y el lucro económico y político que de ahí se derive.  .
El gran valor de la Jornada que el miércoles 23 emprendieron los campesinos e indígenas es el simbólico-expresivo-pedagógico: manifestarle, informarle, enseñarle a todo México que la reforma energética impuesta a sangre y fuego por el PRIAN y sus aliados menores es una abierta contradicción al pacto constitucional de 1917. Que no es una actualización del mismo a las condiciones actuales sino una negación de los valores que fundan este país. Mostrar a toda la Nación que hay arrestos para combatir en el desierto de la apatía y el desaliento ciudadanos.
Sería iluso pensar que la Jornada del  miércoles va a echar para abajo las reformas peñanietistas o a restituirle al campo su papel en el proyecto de Nación. No, porque el proyecto de las y los campesinos y los indígenas no tiene lugar en el proyecto que aprobaron el PRIAN y sus aliados. En la modernización excluyente impuesta por ellos no caben las modernidades que desde su experiencia, sus saberes y sus utopías buscan las comunidades, las organizaciones, los actores rurales en toda su diversidad. No, el fruto inmediato de esta jornada fue romper la ilusión de unanimidad, de conformidad o siquiera de resignación de este país ante el despeñadero de leyes y derechos propiciado por el PRI y la mayoría del PAN. Elevar un clamor de indignación, de protesta en el desierto de apatía y pasividad que parece apoderarse de las mayorías.
Otro resultado inmediato de esta jornada son las mesas de negociación que las organizaciones campesinas lograron arrancar a la Secretaría de Gobernación, que se inician el próximo lunes. No se puede esperar mucho de ellas, pues las mesas de negociación son la respuesta automática del gobierno para no resolver los problemas. Sin embargo, si las organizaciones campesinas las manejan con inteligencia, de ahí podrán surgir algunas limitaciones y para el despojo de tierras, así como algunas concesiones en materia presupuestal para 2015 que amortigüen la crisis permanente de la agricultura campesina. Y, sobre todo, es posible que se obtenga que el gobierno deje en libertad o suspenda órdenes de aprehensión contra activistas campesinos e indígenas y deje de criminalizar la protesta social.
Qué bueno que es el México telúrico, el México ancestral, el México profundo el que le ha mostrado a toda la Nación con más energía y claridad el envés excluyente, violento y devastador de las reformas estructurales promovidas por EPN, el PRI, sus aliados  y la mayoría del PAN. Ojalá podamos hacerles ecos para que esas voces no sigan clamando en el desierto.

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