Opinion

El sexenio de los huracanes

MIRIAM A. ORNELAS
Ingeniera industrial y abogada

2014-09-18

Las tragedias ocasionadas por el huracán Odile en Baja California Sur y principalmente en Los Cabos son enormes, un conteo preliminar de salida ha cuantificado los estragos en la suma de doce mil millones de pesos de acuerdo a una declaración emitida por algunas aseguradoras nacionales, pero lo más terrible nos parece que es el surgimiento de condenables actos de rapiña realizados por algunos de los habitantes de esa zona siniestrada que dificultan las tareas de salvamento que han emprendido nuestras autoridades.
No entiendo por qué el Ejército mexicano, que ha desplegado una importante presencia en esa área de desastre, no ha emprendido acciones para proteger a los ciudadanos que tienen sus comercios y almacenes en esa ciudad y se ha permitido que aflore lo más bajo de la naturaleza humana en estos tiempos de gran pena para ellos y para todo el país.
Esa ha sido una omisión condenable que puede acusar irresponsabilidad en los mandos de nuestras fuerzas armadas que no entienden que una de sus labores lo es precisamente salvaguardar el orden público en cualquier circunstancia, más cuando los efectos destructores del mencionado fenómeno climático han golpeado tanto a la población de Los Cabos. Y los rapiñeros no saquearon los establecimientos por hambre, no se cometió el robo del famélico, de ninguna manera. Hurtaron aparatos eléctricos, muebles y bebidas embriagantes y eso no tiene justificación, fueron malvados a secas.
Por otra parte, cabe destacar la prestancia con que el gobierno del licenciado Enrique Peña Nieto ha organizado las labores de auxilio a la población civil y a los treinta mil turistas que quedaron varados en la comarca de Los Cabos y lugares circunvecinos para facilitarles regresar a sus lugares de origen no obstante que el aeropuerto de dicha urbe sufrió daños de consideración que lo inhabilitaron en un buen porcentaje. Se han visto muy bien, sobre todo destacando la inmediata presencia personal del jefe del Ejecutivo federal y hasta la del secretario de Hacienda Luis Videgaray, que ha anunciado importantes apoyos para acentuar los trabajos de reconstrucción y el resurgimiento de la economía de esos lugares, que quedó destrozada. No sé ustedes, pero no recuerdo antecedente alguno en que un secretario del Tesoro se interesara por intervenir en esos desastres.
La solidaridad de toda la República Mexicana no se ha dejado esperar para ayudar a nuestros hermanos de Baja California y en esto es necesario destacar la colaboración de las aerolíneas privadas que han destinado numerosos vuelos a esa comarca para llevar insumos indispensables y extraer turismo nacional e internacional que quedó varado por el huracán, no cabe duda que los desastres unen a la gente y también hacen brotar de sus corazones lo mejor que tienen, bueno, salvo los actos de los rapiñeros que deben ser reprimidos con toda la fuerza pública disponible y posteriormente enjuiciados por su inquina.
Los habitantes del área afectada por el ciclón de clase cuatro Odile quedaron incomunicados totalmente, sin servicios públicos, sin agua potable (porque de la otra sobró), sin alimentos y las compañías encargadas de proporcionar esos servicios públicos han actuado rápidamente y restablecido esos servicios (teléfono, gas, electricidad, agua potable, etcétera) con admirable rapidez y su funcionamiento se está restableciendo en diversos niveles, 20, 30, 70 por ciento, lo cual nos habla de eficiencia y buena coordinación.
Parece que el sexenio del licenciado Enrique Peña Nieto ha sido el régimen de los huracanes a juzgar por la gran cantidad de ellos que han azotado al territorio nacional durante su mandato, pero también estas desgracias han permitido demostrar de qué están hechos estos señores que ahora nos gobiernan y en mi opinión el balance es positivo, en muchos casos han sido efectivos aunque aún faltan daños por reparar en las afectaciones del huracán Manuel que afecto al sur del país el año pasado. Los mexicanos estamos agradecidos por todo lo que sí han hecho y hasta cierto punto comprendemos las demoras. Ayudemos todos, participemos todos, donemos lo que podamos para nuestros hermanos bajacalifornianos en desgracia.

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