Opinion

¿Regreso al autoritarismo?

Raymundo Riva Palacio
Analista político

2014-09-18

Distrito Federal- En el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto quieren hacer tantas cosas bien, que a veces les salen mal. Y en algunos casos tan rápido, que ni siquiera caen en cuenta de ello. Este es el caso de unas directivas que envió a los más altos niveles gubernamentales la Comisión Intersecretarial de la Cruzada Nacional contra el Hambre, sobre la utilización de un lenguaje incluyente en todas las comunicaciones oficiales del principal programa social presidencial, para evitar un trato discriminatorio y ofensivo. Pero al desarrollarlo en el manual de estrategias, lo que resultó fue paradójicamente discriminatorio, ofensivo y, además, escandaloso.
El lenguaje incluyente es una fase superior al tratamiento políticamente correcto que incorporó el ex presidente Vicente Fox al discurso público. No es una mera evolución del manejo del lenguaje para hacerlo menos discriminatorio sino que tiene un componente político importante, como lo describe el mismo manual cuando recuerda que al definir en masculino los derechos ciudadanos en la Constitución de 1917, aplazó 36 años la incorporación de la mujer como ciudadana con derechos plenos, que incluye el voto.
De acuerdo con el manual, el uso del lenguaje incluyente deja de lado las expresiones que excluyen a ciertas personas o a ciertos grupos de personas, así como también evita el empleo de términos que resultan reproductores de los estereotipos. De esta forma, por ejemplo, los servidores públicos deben ser llamados gente al servicio de la Administración Pública, o una reunión de padres de familia es una reunión de las madres y los padres de familia. No habrá “los lectores”, que se transformarán en “quienes leen” o “usted que lee”, como tampoco “los demás”, que serán “otras personas” o “el resto de la gente”. Ya no existirá el “nosotros” pensamos o consideramos, sino llanamente pensamos o consideramos. Niños serán infancia o niñez y los mexicanos el pueblo mexicano. Amigos se transformará en amistades, y un saludo como “hola a todos”, deberá ser buenos días, tardes o noches “tengan ustedes”.
“El uso discriminatorio del lenguaje limita y fragmenta a la sociedad”, señala el manual. “No hay desarrollo humano posible a través de un lenguaje excluyente… El uso correcto del lenguaje en la comunicación cotidiana impacta de forma positiva en la cultura, evitando los estigmas, prejuicios y su correspondiente discriminación, a fin de eliminar cualquier rasgo despectivo en el uso del lenguaje”.
Este manual no es un capricho o una ocurrencia –el otro gobierno en México que lo tiene establecido es el del Distrito Federal–, y es lo que llaman en naciones avanzadas “lenguaje neutral”, que es una forma de prescriptivismo lingüístico cuyo objetivo es eliminar las referencias de género. Una fórmula simple para encontrar ese lenguaje neutral es que todo aquello que no tenga acepción femenina, es aceptable.
Tarde, pero los gobiernos en México están llegando a esta cita con un lenguaje que no agreda ni aliene a nadie. Por eso, el “Manual para el uso del Lenguaje Incluyente en Textos y Comunicados Oficiales para la Cruzada Nacional contra el Hambre” –un nombre más corto se habría agradecido–, es sorprendente en su página 17 –de un total de 26–, que se refiere a las estrategias para evitar la ofensa y la discriminación. Un cuadro en esa página establece qué sí y qué no decir. Por ejemplo, no puede decir ningún funcionario “los desviados”, sino “personas con una orientación o preferencia sexual diferente a la heterosexual”, ni “las vestidas”, que son “personas transgénero, transexual o trasvesti”. Tampoco pueden decir “los sidosos”, sino “personas que viven con VIH” o “personas VIH positivas o seropositivas”. Como dice el manual, “las palabras sí importan”, por lo que es de enorme relevancia la mecánica de la mente de quien redactó el manual y de aquellos que lo revisaron y corrigieron. ¿Quién tiene en su vocabulario una descripción como “los desviados”, o “las vestidas”? ¿Qué contexto socio cultural se necesita para tener expresiones tan agresivas? El lenguaje resulta en este caso en la proyección de un conjunto de valores que contradicen el espíritu del esfuerzo en el manual.
La debilidad que muestra ese capítulo sugiere que no hay un convencimiento ideológico de que este camino, recorrido hace más de 20 años por otros países, tiene que ser el correcto y debe consolidarse. Hay una intención clara en este gobierno por hacer cosas que trasciendan al sexenio y dejen una huella, en este caso, en educación y cultura política. Pero la estructura de la mente abre la posibilidad de que sea algo meramente coyuntural y obligado por una Presidencia en busca de lo correcto.
Llegar por la vía de la imposición a nuevos códigos de lenguaje es un avance artificial, al tiempo que la falta de una claridad sólida sobre lo que se desea puede llevar a regresiones culturales importantes y a consecuencias políticas considerables, al traducirse en patrones de comportamiento. En Estados Unidos, ser políticamente correcto impuso socialmente la uniformidad del pensamiento y el comportamiento, que llevó a una regresión cultural y política en la sociedad, que se tradujo en lineamientos verticales y totalitarios. Era totalmente contrario a lo que aspiraban, e impidió precisamente el aprendizaje social y cultural que se buscaba. No queremos que eso suceda en México, donde aspirar a una mejor sociedad por la vía del panfleto y la imposición, puede encaminarnos a una nueva estructura lineal, autoritaria y antidemocrática. ¿Eso queremos? Claro que no.

X