Opinion

Aguirre se va, la crisis se queda

Yuriria Sierra
Analista política

2014-10-24

Distrito Federal— El gobernador, finalmente, pidió licencia. El Congreso local la aprobará. Y eso en momento alguno significa que mañana la emergencia se detenga. Y lo hemos dicho, todos saben, todos sabían. La licencia de Aguirre no resuelve nada. O, mejor dicho, al único que le va a servir de algo es al propio Aguirre. Y al PRD, en tanto se desembaraza del más incómodo e impresentable (en esta coyuntura) de todos sus militantes. Al final, la salida de Aguirre se va a traducir en un solo escenario de futuro inmediato: toda, completita, la responsabilidad en la atención, investigación y resultados cara a la crisis desatada por el caso Ayotzinapa queda, a partir de ahora, enteramente bajo la responsabilidad del gobierno de Enrique Peña Nieto. Ido Aguirre, ¿a quién se le pedirán todas las cuentas por las horas, los días, las semanas que pasen sin que se tenga noticia de los 43 estudiantes desaparecidos? Señalados, Abarca y su mujer María de los Ángeles como autores intelectuales del ataque a los normalistas ¿a quién le van a exigir ahora dar con su paradero? Una vez que nos hemos enterado de que Iguala es todo un narcocementerio ¿a quién le van a preguntar por la identidad de los más de 200 cadáveres que han encontrado? Cadáveres que, además, pueden ser tan viejos como una administración completa. Muertos que no son de Peña Nieto, pero por los que a partir de ahora, tras la licencia de Aguirre, el Gobierno Federal tendrá que investigar y dar las cuentas.
Ayer lo decíamos: los imponderables. Lo inesperado. El presidente no tenía forma de imaginar, ni en sus peores pesadillas, que unos policías corruptos al servicio de un alcalde corrupto iban a ordenar la matanza y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa. Y ahora, a partir de la licencia de Aguirre, la pesadilla de Guerrero quedará sólo en manos del Gobierno Federal.
Se fue, Aguirre se fue y no podríamos decir que de manera decorosa. Pero sí decimos que de manera necesaria. Ángel Aguirre finalmente pidió licencia para salir del Palacio de Gobierno de Guerrero. Aquel palacio incendiado –literal y metafóricamente–, del que tantos y desde hace tantos días le pedían dejar. Había dicho que no. Había mencionado que lo que más le importaba era encontrar a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Pero ha pasado casi un mes y nada. No hay rastro aún de los estudiantes. Y aunque desde ayer trasciende que ya fueron detenidos José Luis Abarca y su esposa, oficialmente no se sabe nada. El tema es que los 43 desaparecidos, desaparecidos siguen.
A Ángel Aguirre se le fue acabando el tiempo y con él, también se le acabó el respaldo. Pareciera que fue hace tanto cuando salía Carlos Navarrete a apoyar su permanencia en el despacho de gobierno estatal. Desde hace días –o en realidad, semanas– varias fueron las voces cantantes dentro del escenario político que le pedían su salida. Una salida mucho más digna (sic). Una que diera el mensaje de que sería ahora la autoridad federal la que tendría completo control de lo ocurre en Guerrero. El mismo Armando Ríos Piter, perfilado como probable candidato a la gubernatura, dijo ayer que la salida de Aguirre era inminente. Hace unos días, las fracciones de Acción Nacional y del Revolucionario Institucional en el Senado solicitaron a Aguirre –a manera de sugerencia– que saliera de la gubernatura.
¿Qué pasaba con él que se tardó casi un mes, en el que no dio resultado alguno, que se aferraba al poder? Muchos se preguntaban que si su salida sería la solución del caso. Y efectivamente no, no lo es, pero sí es parte de la limpieza necesaria para comenzar el desazolve de un estado que, como ya está confirmado, ha sido invadido por las fuerzas del narcotráfico.
A Aguirre habrá que preguntarle qué es todo lo que no sabía. Si efectivamente, los nexos que hoy sabemos tenía José Luis Abarca, lo tomaron por sorpresa. Si vio indicios de una situación como la que hoy se vive. O de los otros 17 municipios que él mismo confesó estaban al servicio del crimen organizado. Si algo sabemos de Aguirre es que todavía tiene mucho que decir, de lo mucho que ha omitido.
Aguirre se va y, decimos de nuevo, no de forma decorosa: le dio madruguete a Murillo Karam cuando declaró antes que la PGR, que los cuerpos encontrados en los fosas descubiertas hace un par de semanas no correspondían a los estudiantes. Pero sobre todo, le dio madruguete a su propio partido, al que lo llevó a la gubernatura, el mismo que hace unas semanas salió y lo respaldó. Lo hizo seguramente por las tantas voces que al interior del PRD comenzaron a convencerse y a declarar que su salida tendría que darse pronto. Ayer citó a conferencia de prensa para anunciar que se iba, apenas minutos antes de que los perredistas se reunieran para –según se trascendió– solicitarle la licencia que anunció...

Me cuentan. Que de los muchos restos encontrados en las fosas, importante cantidad, eran cuerpos de mujeres. Por eso rápidamente anunció que no eran los normalistas. Varios perredistas insisten en que esa también es una bomba de tiempo...

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