Opinion

La juventud al garete: ¿qué sigue?

Samuel F. Velarde
Analista

2014-11-24

En un foro que organizamos tres profesores en el Tecnológico de Juárez, a propósito del tema del día, Ayotzinapa, foro al cual acudieron más de setenta estudiantes (una cantidad importante tomando en cuenta varias circunstancias), me sorprendió el grado de reflexión política que los jóvenes externaron. No porque no lo supiera sino que tratándose de una institución donde la reflexión sociopolítica se da poco, por las mismas características de las carreras que ahí se imparten, el espacio que se generó fue lo suficientemente abierto para que esos jóvenes se convirtieran en grandes críticos del mundo que los rodea.
Y la sorpresa fue mayor cuando comentaron que se sentían indignados por el tipo de país en el que vivían y que a la vez sentían impotencia de no saber cómo cambiar las cosas para bien, saliendo a relucir dos alternativas, la protesta pacífica o el cambio violento.
La experiencia fue interesante, por desgracia varios profesores, al no asistir, no pudieron darse cuenta del grado de madurez y compromiso de esos jóvenes que uno tiene  diariamente ante sí, y que por lo cuadrado de las mismas clases se pasa por alto el pensamiento crítico de los alumnos.
Hago esta reflexión porque el sentir de ese encuentro fue que los jóvenes se sienten al garete –según la Real Academia Española de la Lengua, garete significa algo que es llevado por el viento y la corriente–, una juventud que es llevada por un ambiente de violencia, inseguridad e incertidumbre, donde las instituciones encargadas de velar por la seguridad de sus ciudadanos fallan cínicamente.
Por eso la juventud se siente malograda que, por supuesto, no es un hecho menor.
Se siente traicionada por el mundo adulto controlador, cobarde, acomodaticio, cómplice de los malos manejadores de las instituciones.
Siempre se dice de forma mecánica y demagógica que la juventud es el futuro del país, pero cuál futuro existe hoy, que no sea el futuro de los malos planeadores del sistema, de aquellos que creen que la razón está de su lado simplemente porque representan a instituciones que no son eficientes y honestas, en ocasiones muy retiradas de los jóvenes y de los viejos, también.
El país está en un punto crítico, la sociedad se siente indefensa y confusa. En el peor de los casos, muchos son indiferentes, pero los jóvenes son los más afectados, porque su vida de “ser joven” pasa pronto y no hay un espacio vital que les asegure desarrollo humano, seguridad, empleo, un futuro promisorio. Pero aquí están luchando, pensando, preguntándose qué hacer. Por fortuna en el foro estuvimos de acuerdo que la lucha debe ser pacífica, con el razonamiento por delante y claro, Gandhi salió a colación.
Como escribió el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos al dirigirse a los y las jóvenes mexicanos y hablarles de la protesta pacífica como la vía más certera. “No va ser fácil porque los señores del poder van intentar criminalizar su lucha pacífica”.
No es gratuito que las autoridades de Bachilleres hayan decidido terminar pronto el ciclo escolar, simplemente es el temor a esa juventud que es capaz de cuestionar lo que sea, de forma espontánea y honesta, y que por supuesto ponen en entredicho a la autoridad.

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