Opinion

Minimum minimorum

Sergio Sarmiento
Analista y periodista

2014-12-21

Distrito Federal- En un momento preelectoral, y con el país sumido en un profundo malestar, la clase política mexicana ha encontrado por fin unanimidad en un tema: subir el salario mínimo muy por arriba de la inflación.
El movimiento lo inició Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la ciudad de México, pero a él se han unido el PAN e incluso el gobierno federal priista, que mandó al Congreso una iniciativa para evitar que el mínimo siga siendo índice de medida de impuestos, créditos o multas. La iniciativa se quedó varada en el Congreso, pero no está muerta. El aumento del salario mínimo para el 1º de enero del 2015, de 4.2 por ciento o 2.81 pesos diarios en la zona A, ha proporcionado nueva munición al movimiento.
Las razones políticas para subir artificialmente el mínimo son claras. Pocas medidas alcanzan tanta popularidad. Subir el sueldo a quienes menos ganan, de hecho, parecería una panacea de justicia social y reactivación del consumo interno. Pero, ¿realmente beneficiaría a los más pobres y aumentaría el consumo?
En los años sesenta y setenta la mayor parte de los trabajadores de bajo nivel ganaba el mínimo. Las empleadas domésticas recibían incluso menos. Hoy es muy difícil, si no imposible, encontrar a alguien que labore por 2.018.70 pesos al mes. Ni siquiera las empleadas domésticas o los peones de la construcción lo hacen. Sin embargo, en las estadísticas oficiales aparece que el 14 por ciento de la población ocupada gana el salario mínimo en el país y el 9 por ciento en el Distrito Federal (Política de recuperación del salario mínimo, CDMX).
¿Quiénes obtienen el mínimo? Una parte muy importante son trabajadores con ingresos adicionales a su sueldo, como meseros que obtienen propinas. Algunas empresas registran a sus trabajadores con salario mínimo en el IMSS, pero les dan otras remuneraciones. Aun así, algunos trabajadores ganan el salario mínimo y, lo más sorprendente, otros incluso menos.
Quizá un aumento artificial del salario mínimo ayudará a algunos trabajadores, pero si es demasiado alto podría incrementar el desempleo. Con un 60 por ciento de la población económicamente activa en la informalidad, por otra parte, el aumento no alcanzará a la mayoría de los trabajadores de bajos ingresos.
Un aumento excesivo del salario mínimo elevará la informalidad. Entre más cueste el salario, más difícil será encontrar a alguien dispuesto a cubrirlo. Los grandes corporativos no serán afectados porque sus sueldos son significativamente mayores. El golpe será contra las pequeñas empresas familiares, las misceláneas por ejemplo, que tendrán que eliminar empleos o esconderlos en la informalidad.
Si realmente los políticos quisieran elevar la prosperidad de los más pobres, el aumento artificial de los mínimos no sería el camino adecuado. Una simple reducción del impuesto sobre la nómina –que alcanza 3 por ciento en el Distrito Federal, como si generar un puesto de trabajo fuera un pecado– ayudaría mucho más. La disminución de otros impuestos y trámites burocráticos para la inversión o el combate en serio a la informalidad serían también más eficaces. El problema es que estas medidas no son políticamente rentables.
Los políticos buscan votos y poder. Un político estará más satisfecho con una medida que haga que un trabajador le agradezca haberle subido el sueldo que con una estrategia general que eleve la prosperidad para todos. Aumentar el salario mínimo no generará prosperidad, pero sí quizá produzca votos. Por eso la gran prisa para que el aumento se aplique antes de los comicios del 7 de junio.

Alemania, Suiza, Singapur

Por presión política Alemania tendrá un sueldo mínimo por primera vez a partir del 1º de octubre de 2015. Habrá que ver si aumenta el desempleo. Suiza y Singapur, con los sueldos promedio más altos y el desempleo más bajo de Europa y Asia, siguen sin tener salario mínimo.

Twitter: @SergioSarmiento

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