Opinion

Los alegres compadres

Luis Javier Valero
Analista político

2015-02-25

Los misiles serán de todos los calibres y categorías, no escatimarán recursos, ni su variedad y, tal parece, que las peores épocas de la guerra “sucia” –la de ahora, que en nada se parece a la sufrida en extensas zonas del país en la década de los 70’s del siglo pasado– serán superadas.
Como en el pasado, como se ha estilado por los gobernantes emanados del PRI y del PAN, el principal instrumento en contra de sus adversarios será el de calificarlos como ligados o involucrados al narcotráfico.
Para ejecutar tan ruines acciones echarán mano de todos aquellos que en el pasado fueron, o estuvieron cercanos y que, como los acusados, también participaron de las acciones denunciadas.
Sorprende lo burdo de la acción ejecutada finalmente por el ex dirigente estatal, ex diputado local y ex diputado federal del PAN, Cruz Pérez Cuéllar; sabíamos de su inquina hacia su otrora compadre Javier Corral; también teníamos conocimiento de su enojo hacia el ex gobernador Francisco Barrio, alejamiento que tuvo como origen las distintas visiones que tuvieron, no sobre el país o sobre el PAN, sino acerca de las posiciones en juego en distinto momento de sus vidas políticas.
Tales diferencias crecieron hasta que los dos más jóvenes dirigentes de lo que en un momento se denominó “La Familia Feliz” –cuyo momento cumbre fue el gobierno de Barrio– se separaron y se enfrentaron posteriormente a lo largo de poco más de una década, tras ser conocidos al interior de su partido como “los compadres”.
Corral acusó a Pérez Cuéllar de no haber efectuado el esfuerzo necesario para apoyar su campaña en 2004, cuando buscaba la gubernatura frente a Reyes Baeza y de “pactar”, por debajo del agua, para acariciar la posibilidad del triunfo a la alcaldía juarense. Luego lo acusaría de acercarse a Héctor Murguía –quien triunfara en esas elecciones a la presidencia municipal de Juárez–.
A su vez, Pérez Cuéllar se deslindó del grupo aduciendo que sólo deseaban –Barrio y Corral, y algunos otros– subordinados para distribuir posiciones y prebendas a quienes ellos resolvían.
Luego vendría el episodio del 2009. En las elecciones internas a la diputación plurinominal, Corral demostró la existencia de un fraude.
Con ello obtuvo el primer lugar de la votación y la diputación plurinominal. Enseguida, el episodio más reciente, en el que el Tribunal Electoral de la Federación anuló las elecciones internas de las candidaturas al Senado –por prácticas fraudulentas efectuadas por los equipos de Pérez Cuéllar y Carlos Borruel–.
El Comité Nacional del PAN designó a Corral como titular de la primera fórmula de los candidatos al Senado.
Aprovechando la información dada a conocer por el Gobernador César Duarte, en el ya famoso episodio escenificado en la Cámara de Senadores, Pérez Cuéllar ha presentado denuncia en la PGR en contra de Javier Corral y sus hermanos Roberto y Raúl, pues presume que “pudieran estar vinculados con las células más sofisticadas del crimen organizado”. (Nota de Gabriela Minjáres, El Diario de Juárez, 23/II/15).
Acusó a Corral de poseer propiedades por un valor “catastral” de 18.3 millones de pesos, cuyo origen podría ser ilícito.
Y pintó un cuadro familiar ideal del crimen organizado: “… un narcotraficante, un lavador de dinero y un delincuente electoral…”.
Acucioso, nos develó el móvil que motiva a estos peligrosísimos delincuentes: “… pudieran estar patrocinados por organizaciones criminales para hacer una campaña de desprestigio en contra del actual gobierno”. (Ibídem). Todo para desprestigiar la “exitosa política en materia penitenciaria” del Gobierno estatal “desactivando la cantidad de delitos que desde esos centros de reclusión se ordenaban y cometían, socios en la vida criminal, con la que comparten los hermanos Corral Jurado”. (Ibídem)
Uno creería que eso es todo. No, Pérez Cuéllar aprovecha el viaje y de una vez por todas revela el origen de la impunidad de los hermanos Corral: “… gozaron de protección durante el Gobierno de Francisco Barrio Terrazas, debido a que Javier fue amigo cercano de quien fue alcalde de Juárez y ex gobernador de Chihuahua, por lo que mantuvieron ocultos los antecedentes penales de sus familiares”. (Ibídem).
Además, señala que el alcalde Francisco Barrio “contrató a tres jefes policiacos con antecedentes criminales por narcotráfico y pese a ello los sostuvo en el cargo, lo que Javier Corral, entonces reportero, presumiblemente solapaba y ocultaba”. ¡Cuídense, reporteros que al paso de los años se conviertan en militantes y dirigentes de algún partido, pues por andar solapando narcos en su etapa reporteril pueden ser sancionados décadas después!
Los hechos denunciados por Pérez Cuéllar ocurrieron a partir del año 1983, cuando Barrio se convierte en munícipe, en esos años el denunciante compartiría los espacios del poder que tuvo su partido en Chihuahua ¿Por qué no los denunció en su momento?
Pues porque entonces no tenía los móviles de ahora en que se convierte en el ariete de las fuerzas del mundo oficial en contra de Corral, sólo porque éste se subió a los cuernos de la luna en credibilidad, a partir de que se sumó a la denuncia en contra del Gobernador Duarte, hecho que ha enervado a los mandones del partido gobernante.
De ahí las denuncias del otrora “alegre compadre”.

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