Opinion

Falta de respeto

José Ignacio Gallardo
Analista político

2015-03-03

De nuevo la delincuencia hizo de las suyas y atentó en contra del patrimonio arquitectónico y escultural de esta frontera. Ya no es nuevo que se conozca del robo de placas, del grafitti o de la destrucción de los monumentos de la ciudad, pero lo que ocurrió con este conjunto de estatuas llamada El Encuentro en uno de los corredores deportivos de esta frontera, se pasa de nivel.
La madrugada del domingo 22 de febrero pasado fue robada una de las estatuas del complejo escultórico que representa el encuentro de los Indios Mansos y los frailes franciscanos, misma que se encuentra ubicada en el corredor Cuatro Siglos.
No es la primera vez que este lugar sufre ataques de los delincuentes, ya que anteriormente habían sido sustraídas la placa conmemorativa y las cuentas del rosario de uno de los frailes, además del cableado del sistema de alumbrado de este monumento.
Pero en esta ocasión llegaron al descaro de cortar con sierra casi la totalidad de la efigie de un niño indio manso dejándole solamente los pies. De inmediato las autoridades municipales montaron operativos especiales encaminados a ubicar la pieza escultórica en alguna de las recicladoras o en establecimientos de compra-venta de metales. Además exhortaron a este tipo de negocios a no comprar esta pieza. Por su parte, la fracción edilicia del Partido Acción Nacional anunció una recompensa de 15 mil pesos que se dará a quien proporcione datos sobre el paradero de los responsables de tal acto.
Algo se tiene que hacer ya para detener este enorme daño que se está haciendo al patrimonio de los juarenses. No solamente se tiene que aplicar el reglamento que ya existe desde hace tres años en materia de robo de metales, sino que se tienen que endurecer las penas por vandalismo al patrimonio histórico y arquitectónico de esta frontera. Porque es una lástima seguir observando cómo el escaso acervo con que se cuenta es destruido por delincuentes carentes de identidad y arraigo por esta ciudad, ante la indiferencia ciudadana.
Esas estatuas son patrimonio de los juarenses, les pertenecen al pueblo y es incongruente que el mismo pueblo las destruya.
Esta falta de respeto a los monumentos y  estatuas no ha sido la única, ya que recientemente el monumento a Benito Juárez y el que se ha dedicado al Centenario del triunfo de la Revolución Mexicana también sufrieron atentados y fueron parcialmente desmantelados. De hecho ha sido constante el deterioro que presentan la mayoría de los monumentos de esta frontera. Pero esta falta de respeto por la historia no es privativa de los delincuentes. También la sociedad, el sistema educativo y autoridades de algún modo incurren en ella. Por ejemplo, los educadores en poco contribuyen a que sus alumnos conozcan la historia de estos monumentos, ya que no invitan al alumnado a conocer el patrimonio monumental de esta frontera.
Es una falta de respeto de las autoridades no mantener los monumentos en buenas condiciones, pero también existe falta de respeto en una sociedad que omisa e indiferente no le importa lo que pase con ellos. No hay reclamos ciudadanos ni de agrupaciones por el deterioro del acervo monumental. La comunidad no conoce el nombre ni el autor de la mayoría de las obras escultóricas aunque en su paso de la casa al trabajo o viceversa las vea todos los días.
Hace falta que los ciudadanos se involucren mucho más en el cuidado y preservación de las estatuas y monumentos e inclusive tomar que tomen en cuenta propuestas como la de adoptar un monumento por parte de una institución educativa, club de servicio o empresa. También crear un circuito turístico que recorra la mayor parte de los monumentos de esta frontera sería una buena opción para que los juarenses y sus visitantes los conozcan.
Hay operativos para tratar de recuperar la pieza del indio manso que es parte de un conjunto de figuras que representan a una etapa fundamental en la historia de Ciudad Juárez y marcan el encuentro de dos mundos. Esta comunidad en sus orígenes era habitada por los indios mansos, de ahí que cuando se funda la Misión recibe de ellos el nombre.
Además de reparar los daños para intentar que todo quede igual, la mejor manera de subsanar esa terrible falta de respeto a estos monumentos de la ciudad  sería conocer su historia. Ojalá que este incidente sirva para que por lo menos la gente por fin se interese en el acervo histórico de la ciudad.

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